jueves, 19 de febrero de 2009

Mediación familiar

Un agente que está directamente implicado en la protección del niño frente a los medios de comunicación es la familia. Se habla de los padres como factor fundamental en la socialización del niño, concretamente en su faceta como consumidor. De la misma forma, los padres juegan un papel decisivo en la relación de sus hijos con los medios de comunicación.

La aparición de las nuevas tecnologías ha enriquecido el entorno mediático en el que crece el niño. Dicho entorno es a la vez más complejo, especialmente para las personas mayores, que a diferencia de los más pequeños, no han crecido de forma natural en dicho entorno y a menudo carecen de los conocimientos y destrezas necesarios para manejarlas.

Si nos remontamos a mediados del siglo pasado, podemos encontrar ya algunos estudios que muestran interés por conocer el papel mediador de los padres en el consumo de medios de sus hijos.

Un trabajo de Himmelweit y Oppenheim se centraba en estudiar los efectos de la televisión en el niño. Se consideraba como un factor a tener en cuenta el ejemplo y control que podían ejercer los padres sobre el consumo de este medio. Una de las conclusiones a la que llegaron los autores es que parecía haber un control amplio respecto al horario de uso (momento de irse a dormir, de hacer los deberes, etc.), pero respecto a otras cuestiones, como el contenido consumido por el niño, parecía haber una preocupación mucho menor (Himmelweit y Oppenheim). Unos años más tarde apareció el trabajo de Schramm y otros, también centrado en los niños y la televisión. Estos autores hacen referencia a la responsabilidad de los padres ante los efectos que el medio puede provocar en los hijos, concretamente cuando se refieren a contenidos que pueden provocarles miedo. Asimismo, hablan de su deber de controlar la cantidad de consumo de televisión y su repercusión en la práctica de otras actividades, de su papel como referentes a seguir para el niño y de su deber de manifestar quejas y preocupaciones.
En la investigación de los últimos años se aprecia un amplio interés por diferentes temas relacionados con la influencia que los padres pueden ejercer en el consumo de medios de sus hijos. Una primera cuestión estudiada son las pautas de consumo de medios de la familia en su conjunto.

En esta dirección van los trabajos de Red.es (2005) o Pasquier (2001). Este último aborda asuntos como el equipamiento de los hogares y los motivos que llevan a los padres a adquirir determinadas tecnologías. Por ejemplo, se expone la idea de que la televisión es un medio muy popularizado, mientras que el ordenador es algo más propio de las familias de clase media o alta. Muchos padres, según explica, compran el ordenador como ayuda a la educación de sus hijos, como una herramienta necesaria para su rendimiento escolar. En resumen, resulta interesante saber qué medios adquieren los padres y por qué.

También interesa conocer la forma de consumo de medios dentro de la familia. Resultará relevante saber qué medios utilizan los padres y cuáles los hijos, si existen diferencias entre ambos en cuanto al conocimiento y uso de estos medios, o si incluso los utilizan todos juntos o por separado.

Asimismo se ha analizado la influencia del modelo familiar en el consumo de medios: por ejemplo, en el caso de familias monoparentales, cómo influyen el padre o la madre en el equipamiento tecnológico del hogar o en la ubicación de esas tecnologías.

Sin embargo, la cuestión que más ha acaparado la atención de los investigadores es propiamente lo que se denomina «mediación parental», esto es, el papel de intermediación que los padres ejercen en la relación de sus hijos con los medios de comunicación. Este interés implica conocer la existencia de normas o restricciones respecto al uso de estos medios. También si los padres ayudan a interpretar de forma adecuada los contenidos expuestos, dando su criterio a los hijos y dialogando con ellos.

Austin y otros (1999) se centran de forma concreta en la televisión y apoyan la teoría de que el estilo de comunicación de los padres influye en la comprensión e interpretación que los hijos hacen de los contenidos. Otros estudios se han centrado, más que en los estilos de comunicación, en la existencia de reglas impuestas por los padres, como hace The Kaiser Family Foundation. En su informe presentado por Rideout y otros en 2005 explora la cuestión con cierta profundidad. Según lo expuesto en dicho informe, se puede concluir que los padres ejercen poco control sobre el uso que sus hijos hacen de los medios de comunicación.

Tal y como se asegura, dado el amplio equipamiento tecnológico de los hogares, así como las afirmaciones de los jóvenes respecto a la imposición de normas, parece que los padres no creen que sus hijos pasen demasiado tiempo con los medios o simplemente, son indiferentes a la cuestión.

En la misma línea van las conclusiones de Austin y otros, referidas concretamente a la televisión: aseguran, respaldándose en la investigación existente, que parece que los padres imponen pocas reglas, discuten poco los contenidos y ejercen un escaso control sobre la influencia que sus hijos reciben a través de este medio. No obstante, destacan también que sería precipitado culpar a los padres de los efectos no deseados que los medios ejercen sobre sus hijos.

No existe una conclusión firme acerca de cuál ha de ser el papel mediador que ejerzan los padres. El sentido común dice que cada caso concreto requerirá distintas medidas. Son comúnmente citadas (Austin y otros, 1999; Kundanis, 2003) las tareas que implica la mediación parental de Messaris: categorización, validación y suplementación. La primera consiste en ayudar a interpretar los contenidos expuestos por el medio, diciendo si se corresponden o no con la realidad; la segunda, en mostrar acuerdo o desacuerdo con el mensaje y la última, en complementarlo con información adicional, si fuera necesario.

Otras visiones se han centrado más en la importancia de utilizar el medio de forma compartida. Castells y De Bofarull (2002) hablan de las ventajas del «ocio compartido», que «sirve para pasarlo muy bien, pero también para poner en marcha una mediación parental (protagonizada por los padres), que tiene como objetivo educar».
Para disfrutar de esta actividad, será necesario tener en consideración previamente una serie de elementos: el momento y duración, el lugar, los miembros que van a participar y el papel que va a jugar cada uno de ellos.

Puede resultar de interés la aportación realizada por Llopis (2004), que centró su análisis en torno a la televisión y la sociedad española. El autor parte de un contexto, según explica, en el que la familia es reconocida como una de las principales instituciones mediadoras del consumo infantil de televisión. Así, realiza un estudio con el objetivo de establecer una tipología de estilos de mediación familiar del consumo televisivo de los niños y adolescentes españoles. El resultado son tres categorías distintas, que él denomina «conglomerados»:

• Los padres controladores-restrictivos, cuyo ejercicio se basa poco en la orientación y la covisión, acudiendo con mayor frecuencia al control.
• Los padres permisivos engloban a un grupo que no ejerce prácticamente ningún tipo de mediación del consumo televisivo, ni en lo que se refiere a la limitación y el control, ni en lo que atañe a la orientación y la covisión.
• Los padres orientadores son aquellos que apenas recurren a la limitación, pero sí al control, así como a la orientación y la covisión. Sería el estilo más común de todos.

Todo lo expuesto hasta ahora pone en evidencia el interés que ha suscitado la mediación familiar cuando se habla del consumo juvenil de medios, especialmente en lo que atañe a la protección. Del mismo modo, las investigaciones parecen concluir que es necesaria la mediación de los padres en el uso que sus hijos hacen de los distintos medios de comunicación. Para que esa mediación sea eficaz, será fundamental que los padres conozcan bien e incluso utilicen estos medios. Asimismo, no hay que pensar en la mediación como en un ejercicio puramente restrictivo. Esta debe ser más bien una guía que ayude a los jóvenes a sacar el máximo provecho a los medios y las nuevas tecnologías, de una forma responsable y a la vez divertida. Tal y como afirman Castells y De Bofarull (2002), «la familia, que ha asumido un coherente y organizado proyecto en la educación de los hijos, debe sacarle réditos formativos al uso de las nuevas tecnologías y al ocio digital».

Fuente:
Coincidiendo con el Día Universal de la Infancia, se presentó el libro del Programa Generaciones Interactivas: La Generación Interactiva en Iberoamérica. Niños y adolescentes ante las pantallas (Ariel, Barcelona, 2008, 345 pp).
El informe, producido por el Grupo Generaciones Interactivas en Iberoamérica (Telefónica, Fundación Telefónica, Educared y la Universidad de Navarra) cubre el uso de internet, móviles, videojuegos y televisión entre niños y adolescentes en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela. El texto puede descargarse gratuitamente en http://www.ecuaderno.com/2008/11/20/la-generacion-interactiva-en-iberoamerica/

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