jueves, 16 de abril de 2009

Familias y comunidades

Cuando las familias de los niños de un centro escolar se relacionan entre sí, incrementa el capital social; los niños son atendidos por un número mayor de adultos que están pendientes de ellos; y los padres comparten pautas, normas y experiencias de crianza.

Resultados de la investigación
En muchas sociedades, las familias de los niños que acuden al mismo centro escolar han dejado de establecer vínculos en la comunidad. Esto significa que los padres no se relacionan entre sí necesariamente fuera del centro, y sus contactos en aspectos relacionados con éste son muy limitados. Como consecuencia, los niños pasan sus días lectivos sentados al lado de otros niños, influyendo sobre ellos, y siendo influidos por ellos y, sin embargo, los padres no se conocen entre sí. Muchos niños pasan gran parte del tiempo que están fuera del centro solos o con otros niños, sin la supervisión de adultos que estén pendientes de ellos.

Los niños se benefician cuando los adultos que están a su alrededor comparten valores básicos sobre la crianza, cuando se comunican entre sí, y cuando les proporcionan un apoyo y orientación consistentes. El capital social, el potencial disponible para los niños que reside en las conexiones que mantengan entre sí los adultos que les rodean, depende de las relaciones que éstos mantengan cara-a-cara. Un centro escolar que se perciba a sí mismo como una comunidad formada por sus elementos –personal del centro, alumnos, y familias de los alumnos- más que como una organización, tiene más probabilidades de estimular las interacciones sociales que conducen a la acumulación de capital social.

Aplicación
Un centro escolar es capaz de formar y mantener una comunidad entre sus miembros – personal del centro y las familias de sus alumnos. Un marco que permita crear una comunidad escolar incluirá modos de articular valores comunes sobre la educación, de acercar a unos padres con otros y con los profesores, y capacitará al centro para actuar como una institución modélica capaz de dar respuesta a los deseos educativos que tienen las familias para sus hijos.

Los elementos constitutivos de un programa que realce una comunidad en un centro son:
Representación: Los padres forman parte de los grupos de toma de decisiones del centro.
Valores educativos: Los padres y los profesores articulan juntos los objetivos y los valores educativos comunes para el centro, y sus expectativas sobre los alumnos, profesorado y padres se derivan de estos valores compartidos.
Comunicación: Se puede conseguir una comunicación entre la familia y la escuela en ambas direcciones a través de una variedad de medios, como entrevistas entre padres- profesores-alumnos, conversaciones telefónicas, notificaciones, y libretas de anotación de las tareas para casa.
Educación: Los programas para profesores y padres se proporcionan para que cada uno pueda mejorar constantemente sus habilidades para ayudar a los niños a tener éxito.
Experiencia común: Todos los alumnos, y con frecuencia sus padres y profesores, participan
en actividades colectivas o se ven inmersos en situaciones tensas comunes de los programas educativos, que les llevan a unirse y les permiten compartir experiencias educativas.
Asociación: El centro ofrece oportunidades de asociación entre grupos de la comunidad educativa, especialmente cuando se tratan temas relacionados con los objetivos del centro. Por ejemplo, grupos de padres con otros padres, grupos de padres y profesores, alumnos pequeños con otros mayores, y asesoramiento intergeneracional entre alumnos y adultos voluntarios (incluyendo a los “abuelos”).

Cuando un centro decide abrirse a la comunidad para obtener recursos, es conveniente determinar primero cuáles son las necesidades que no tienen cubiertas sus alumnos, y después acercarse a las organizaciones de la comunidad para negociar los servicios que pueden aportar como respuesta a esas necesidades. Las necesidades de los alumnos que no son cubiertas fácilmente por el centro pueden ser: necesidades familiares básicas (ropa, alimentos, vivienda, cuidados de los niños); necesidades sanitarias (vacunas, revisiones, cuidados buco-dentales); terapia conductual; ocio; orientación; valoración psicológica; asesoramiento; equipamiento para personas discapacitadas; cuidados de “respiro” que permitan a la familia dejar por un tiempo ciertas obligaciones; oportunidades relacionadas con habilidades o intereses especiales (científicos, musicales, artísticos, deportivos, literarios). Una vez que se haya elaborado una lista con las necesidades de los alumnos y se hayan hecho corresponder con un recuento de recursos comunitarios, los alumnos y sus familias pueden ser conectados sistemáticamente con los servicios apropiados.


Extraído de
ACADEMIA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN OFICINA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN
SERIE DE PRÁCTICAS EDUCATIVAS
Familias y centros escolares
Sam Redding

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